¿Qué es el metaverso?
- Pilar Paredes

- 10 jun 2024
- 5 Min. de lectura

Según Mark Zuckerberg será la nueva versión de internet donde interactuaremos a través de una presencia virtual con otras personas y viviremos experiencias. Por eso, apostando por esta nueva tecnología del futuro, recientemente ha cambiado el nombre de su empresa, o más bien ha juntado todas sus marcas bajo el paraguas de Meta.
Sospecha el dueño de Facebook que su aplicación ya no genera tanto interés como antes, y los datos confirman que otras redes sociales, como Instagram, (que él mismo ha comprado para reducir la competencia) o TiK Tok, están aumentando considerablemente el número de seguidores, y por lo tanto las cuentas de publicidad, que es lo que realmente genera ingresos multimillonarios.
No podemos ser “naive” hasta el extremo de ignorar que el invento de las redes sociales, que ha revolucionado nuestra forma de interactuar en el mundo y socializar con los demás seres humanos, no se sostendría sin una fuente de financiación; en este caso, el negocio ha sido, hasta cierto punto, “fácil” de montar: ponemos a todas las personas del mundo en una plataforma donde puedan trasmitir información y generar contenido, y a cambio les mostraremos qué comprar, que creer, o que pensar.
Dicho así, suena manipulador, es cierto, pero con una variable muy determinante: las redes sociales son democráticas.
En un episodio de la serie “The Good Fight”, donde en un despacho de abogados de Chicago formado principalmente por gente de color, se produce un litigio, cuando un demandante acusa a la empresa “Chum Hum” - supuestamente el “google” en la ficción de la serie - , de restarle libertad en sus opiniones mediante censura, al mismo tiempo que descubren que la empresa estaba desarrollando un algoritmo de censura para el gobierno chino.
Y es que, obviamente, las grandes compañías o gobiernos, tienen interés en controlar lo que se dice, sobre todo si va en contra de "sus intereses".
Sin embargo, reitero, que sigo pensando que, Internet nos permite una gran libertad.
Desde el invento de la imprenta en 1450, no ha tenido el mundo un acceso tan directo al conocimiento y además, en este caso, universal.
Volvamos a nuestro tema:
¿Pero qué es realmente el Metaverso?
Según este artículo, el concepto de Metaverso surge del libro del escritor de Ciencia ficción Neal Stephenson en 1992 llamado “Snow Crash” donde utiliza este nombre para denominar al Internet de la sociedad apocalíptica en el que el protagonista se ve inmerso, donde la “realidad virtual” se convierte en una alternativa a la vida real del futuro.
Así, podríamos decir que, de algún modo, cuando la vida real se nos hace insufrible,
una alternativa virtual nos puede generar satisfacción, en el caso del protagonista de la novela, pasar de ser un simple repartidor de pizza a un príncipe guerrero samurai en el Metaverso.
Recientemente nos bombardean noticias etiquetas con el "tag" de Metaverso: desfiles de moda, venta de NFTs, conciertos musicales, etc.
Parece que se está aprovechando esa nueva "realidad paralela" en la que en un futuro inmediato nos veremos inmersos para ganar dinero.
Se trata de una economía construida sobre una realidad alternativa de la que ya tenemos ejemplos: las criptomonedas.
Pero para intentar entender esta realidad paralela lo mejor es ponerse unas gafas de realidad virtual y entrar en Oculus, puedes jugar o hacer fitness y experimentar ese mundo multidimensional qué dicen se convertirá en una realidad alternativa.
¿No se confundirá la realidad con su alternativa virtual?
Una realidad alternativa real que tiene una base digital y utiliza un medio virtual.
¿parece confuso verdad?
Y es que lo es: una delgada línea que separa lo real de lo virtual que puede causar estragos sino tenemos clara la diferencia.
Un buen ejemplo cinematográfico de esta confusión, lo encontramos en la película “Her”, película de 2013 protagonizada por Joaquim Phoenix, en la que se muestra la frustración del personaje masculino en sus relaciones amorosas “reales”.
Para aliviar su soledad, compra un sistema operativo de Inteligencia Artificial, diseñado para satisfacer las necesidades del “usuario”, y así, interactúa con una sensual, comprensiva y matizada voz femenina que conversa con él a cualquier hora y en cualquier momento, de forma tan verídica, que llega a afectar su percepción y relación con la realidad.
Y lo que comenzó como Utopía – un mundo perfecto y armónico– acaba en Distopía – un mundo dislocado e infeliz.
La insatisfacción vuelve a resurgir bajo otro relieve, más perverso y desolador, debido a las perspectivas creadas por una inteligencia humana siempre falible.
Y es que no debemos olvidar que la inteligencia artificial no deja de ser producto de la inteligencia humana.
Y la propia naturaleza humana parece acabar rechazando la perfección.
Recordemos que el filósofo y matemático Pascal, inventor de una de las primeras calculadoras:
“El hombre no es ni ángel ni bestia, y la desgracia quiere que quien haga el ángel haga la bestia”
Existen numerosos ejemplos literarios que tratan el tema utopía-distopía.
El más célebre y literariamente prestigioso es, naturalmente, “Utopía” de Tomás Moro, famoso por ser decapitado por el temible Enrique VIII.
Más populares y cercanos a nuestro interés son títulos como “Rebelión en la granja” y “1984” de Orwell o “Un mundo feliz” de Aldoux Huxley, donde se nos previene contra la tentación totalitaria en los regímenes políticos.
Como la tecnología juega siempre un papel crucial en los procesos de manipulación y domesticación del individuo y la sociedad, cabe preguntarse por los riesgos de la realidad virtual y logros como el metaverso, que nos invitan a sumergirnos en una “realidad paralela” con un grado de sofisticación tal que los conceptos Realidad y Virtualidad pueden comenzar a relativizarse peligrosamente.
Si tenemos presente la adicción que pueden causar los videojuegos, claro antecedente del Metaverso, podemos imaginar los peligros de esas realidades paralelas que resultarán un magnífico entretenimiento si se exploran con prudencia, o un sospechoso anestésico narcotizante para combatir nuestra imperfecta realidad.
Imaginemos su utilización en el contexto de la pornografía, uno de los portales más masivamente visitados y que puede causar un gran impacto en las personas desde muy temprana edad por su fácil acceso, confundiendo a muchos en su percepción del sexo.
Porque tenemos que tener en cuenta el factor humano.
El “error técnico” no es sino reflejo del error humano.
Es curioso cuando escuchamos hablar, al producirse ciertos accidentes, por ejemplo, de que “no se debió a error humano sino técnico”. Sobre esta cuestión meditó muy bien el escritor Arthur Clarke en su novela “2001, una odisea espacial” y que fue magistralmente llevada al cine por Stanley Kubrick.
El punto clave de la trama es que la computadora parlante de la nave espacial Discovery 1 acaba por rebelarse contra sus programadores, algo para lo que de ningún modo estaban preparados: ¡una respuesta humana por parte de la máquina!
Por último, recomendar una excelente película filmada en 2015, actualmente disponible en Amazon prime, titulada Ex-Machina del británico Alex Garland, donde se narra la exploración por parte de su creador y un programador aventajado, del grado de conciencia de un robot femenino acerca de su propia condición de máquina: el último grito en Inteligencia Artificial.
Un grito tal, que la conclusión final, o por lo menos la pregunta clave es si el hombre debe jugar a ser Dios. Algo de esto adelantaba el clásico de Ridley Scott, “Blade Runner”.







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